miércoles, 25 de febrero de 2009

tres veces me hice pis

Tres veces me hice pis de grande. Una mientras dormía y las otras dos en el club. Tres veces sin contar las otras tantas que en el apuro olvide de bajarme la bombacha.
Y tres veces si le sumo dos a la única que paso de verdad.

3.
4 hermosos días en la ciudad de Tandil deparaban uno de los peores y más insólitos castigos en la historia del cine familiar. Un hotel y una sola habitación con 30 camas, siendo objetiva, porque en aquel momento parecían como 100.
Yo rondaba los 12 años, calculo. Y en ese viaje cumplí el sueño de tirarle un balde a alguien para que se despertara (al entrenador, obvio) que si mal no recuerdo, además, dormía en la misma cama con el papa de una amiga, una fotografía de lo más graciosa.

Mis días polutos, de cerveza sin alcohol y de novios por la ventana llegaron a su fin cuando en la puerta del club mis padres me esperaban. Al fin el abrazo. Aunque la mirada de mi mama me indicaba todo lo contrario y la mano de papa sobre mi espalda, casi empujándome al auto, era la mafia.
Repase la lista rápido, y lo único que me había olvidado era <<él llamado>>. Me había salteado el parte de sobreviviente, y yo sabia que eso era pecado.

¿Porque los autos son tannn chicos?!!!!

Alegue que me fue imposible encontrar un teléfono en medio de las sierras, pero contestaron que -hasta ese momento- mi amiga Belén les contó que había un público en la mismísima sala del hotel. Disconforme aún, dije que siempre estaba ocupado y me respondieron que era imposible porque Belén llamaba a su casa todos los días e incluso se había tomado la molestia de llamar a la mía.

Era domingo bien tarde y a lo que me refería antes como insólito y peor fue el trillado pero no por eso mas amistoso: "directo a la cama" sin bañarse, sin comer, sin hablar, sin nada "directo a la cama". Después de cuatro días de distanciamiento, también de la comida y del agua "directo a la cama". Castigo retrogrado y absurdo del siglo xx.
De mi pelo sucio, nadie iba a saber en el colegio de mis sueños cumplidos, ni de la cama de cuero y menos del gol que había metido.


2.
13 años de edad. A estas alturas siempre es importante o hace al relato aclarar la edad. De las situaciones románticas, esta se lleva premio.

En el club uno conoce gente nueva cada 2 minutos y se hace amigo, es así. Parece ser que las rejas que contienen el territorio hacen que todo sea más simple y rápido, y la burocracia social se acota a escasos saludos o miradas, como debería ser.

En este -otro- caso, yo estaba con un chico, del que acababa de aprender su nombre y él el mio, sentada en un banco, bajo un árbol -el de las raíces más largas-. En realidad yo estaba parada caminando sobre las raíces, porque ahora que recuerdo me era incontenible no pasarlas haciendo equilibrio. Al lado, la estatua de la virgen "que lloraba sangre". Menciono ésto, porque dicha estatua tenia un arbusto a cada lado, recortados en forma de asiento, lo cual siempre me parecio cualquira. y porque estaba al lado.
La cuestión es que el muchacho tenía mucha gracia y yo -justo- que me rio de todo y de nada. Una pareja perfecta. Horas y horas de chistes con saladix y cindor del kiosco y ya era de noche.
La ansiedad, las ganas de no soltar ese momento y obviamente la risa hicieron que hasta me agarrara para evitar lo que era inminente. La pollera del uniforme disimulaba el caos, pero mi actitud era de lo más sospechosa, nunca supe disimular. Y aunque ahora él se reía de mi y yo me reía de mi, no lo podía admitir.
Encima no lo podía admitir.


1.
Cuando jugaba al hockey tenia como un tic: siempre que pisaba la cancha me agarraban ganas de hacer pis. Digo tic porque no importaba las veces que fuera al baño antes, ni que estuviera deshidratada, siempre iba a querer hacer pis.
Estaba en 6ta, asique tenía 14 años.
Mi tic fetiche o como decirlo, mi punto máximo de tic eran los cortos. (Ésto es cuando una gran cantidad de jugadoras de un equipo se enfrentan con solo 5 del otro, en el área de éstas últimas). Cada vez que tenía que afrontar el miedo de la bocha viniendo hacia mi por la fuerza más bestial del equipo contrario y sin protector bucal, mi tic se potenciaba. Una vez hasta pararon el partido para que yo, sentada en el medio del arco,inmovil, pudiera ir al baño.
Sin embargo, una de esas mañanas, mientras corría, lejos de esos cortos malos y sin miedos, mi tic se hacía presente, una vez más, cuando no debía. Ahora con pollera la corta, blanca y un sol pleno.
Lo que sucedió: la huida. Tire todo, el palo, la bocha, hasta me solte el pelo, para salir corriendo y por ese día no volver más.

2 comentarios:

Brenda Greco dijo...

sabé que te re banco. es como que no puedo creer y a la vez es obvio que paso jaja

lucas granero dijo...

por esto te acabas de ganar un kit de maquillaje made in taiwan.
podes retirarlo cuando quieras por nuestras oficinas del centro.